martes, agosto 15, 2006

Dos "Solas" y Una Apreciación Católica

Lo esencial para la salvación es reconocer que Dios es su autor; que ella depende, no de nuestras propias fuerzas, sino de Dios. En este reconocimiento, donde una desconfianza radical en uno mismo es lo anverso de una confianza absoluta en Dios, consiste la fe; nada más puede absolutamente reemplazarla.

Lo siguiente es que "Sola Fe" significa, si significa algo, que nosotros, de nuestra parte, no le podemos añadir nada a ella, nada externo o independiente de ella. Una susodicha adición resultaría por necesidad en la negación de lo esencial. Porque si, creyendo en principio en la acción salvadora de Dios, estuviésemos obligados a añadir algo de nuestra propia iniciativa, ¿cuál sería el resultado? Caeríamos de nuevo de una vez a la imposible situación de la que la gracia nos ha rescatado; tendríamos que lograr nuestra salvación en parte, en la esperanza de que Dios haría el resto. Pero nuestro estado actual de impiedad viene de nuestra incapacidad de lograr una iniciativa efectiva, aun incompleta, hacia la salvación. En resumen, no solo necesitamos ser asistidos para salvarnos, necesitamos ser salvados.
En otras palabras, o no somos salvados por la gracia divina, reconocida y aceptada por la fe, o esta gracia, que está en Dios, es la sola causa de nuestra salvación, y la fe, que está en nosotros, el solo medio para acceder a ella. Porque si algo se necesita para ser salvados que tenga otra fuente que la gracia recibida por la fe, nos enfrentamos otra vez con la misión imposible de la salvación del hombre por el hombre. El evangelio, sin embargo, es la buena noticia de que alguien más -Dios en Cristo- ha hecho por nosotros lo que nosotros no podíamos hacer.

En la luz de todo esto, podemos entender la adhesión de los Protestantes al rechazo de la salvación por fe y obras de Lutero. Lo que en principio esta fórmula intenta rechazar es, solamente, la idea de que nosotros tenemos que añadir nuestra cuota personal que es algo externo a estas dos cosas - gracia, que da, y fe, que recibe. Entendida en esta manera, esta adición significa decir que no somos salvados ni por la gracia ni por la fe. La fe en la gracia divina nos aseguraría que sólo una parte de nuestra salvación no nos concierne. Del otro lado, el discernimiento de Lutero, preservado en el Protestantismo más fiel a sus orígenes y de lo más verdaderamente Cristiano, es que todo es gracia, y que consecuentemente, todo en nuestra salvación nos viene por la fe. Si este todo se compromete, el mismo corazón de la espirtualidad Protestante es herido mortalmente.

De una vez podemos ver que la visión de Lutero de la salvación, así entendida, está en perfecta armonía con la tradición Católica, con las grandes declaraciones conciliares sobre la gracia y la salvación y aun con el Tomismo.

Louis Bouyer, S.J.

Traducido por mí sin permisos del autor.

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