viernes, septiembre 16, 2005

Justificación: Trento A La Luz De Calvino (VI)

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Pérdida del estado de Justificación (Parte 2)

Respecto a la pérdida del estado de Justificación todo el discurso de Calvino se viene en contra de lo que La Iglesia propone como el método para volver al estado de Justificación, a saber, el sacramento de la penitencia. Calvino argumenta: "...aunque La Escritura declara que el arrepentimiento es una renovación del hombre completo; aunque ésta señala hacia su misma fuente: el temor excitado por un verdadero sentido del Juicio Divino; aunque ella enumera sus partes: auto-negación, que consite en odio del pecado e inconformidad con nuestra propia depravación, y una renovación de la vida o regeneración del espíritu, que no es nada más que la restauración de la imagen Divina; aunque ésta marca cuidadosamente sus efectos, y explícitamente define su naturaleza completa, los venerables Padres no presentan nada más que endebles sandeces con las que la doctrina del arrepentimiento ha sido corrompida bajo el Papado." (42)

Definitivamente una agria crítica contra el sacramento de la Reconciliación, pero es en la parte de "temor, juicio, renovación, arrepentimiento, regeneración, auto-negación, odio del pecado, inconformidad con el estado depravado" que quiero hacer énfasis. Este es el camino para ser justificados que Calvino reconoce existe en la Escritura. Y quiero subrayar eso porque detrás de toda la dureza de su crítica al "papismo" aquí no hay ni el más mínimo lugar a duda de que "Justificación por la Sola Fe a lo Calvino" definitivamente incluye los puntos que vimos como pre-cedentes a la justificación enumerados por Trento. Así que aquí no cabe la acusación de laxismo moral con la que el católico suele acusar al protestantismo. Note que Calvino habla de la vuelta al estado de gracia, nunca dice claramente si los justos pueden caer del estado de gracia, pero reconoce cuál es la manera de volver a él, lo que hace suponer que de alguna manera un justificado sí pierde su estado de justicia aunque sea que el Espíritu Santo irresistiblemente le devuelva a él.

El fuego cruzado es el siguiente, el protestante acusa al católico de proponer una justificación dependiente de nuestras acciones y por tanto producto de ellas. De su parte el católico acusa al protestante de proponer con esta creencia una vida licenciosa. La verdad es que Trento propone que la única manera de regresar al estado de justificación es el mismo por el que la alcanzamos inicialmente: por pura gracia. Lo único que cambia ahora es la causa instrumental, antes era el bautismo ahora es la confesión. Y que ahora Trento añade la satisfacción que era innecesaria para el bautismo.

No hay manera de eliminar las penas eternas con obras, sólo por la gratuita infusión de la gracia y la no imputación de nuestros pecados pasados que se da graciosamente en el sacramento. Es lo que Trento defiende.

Ahora bien, cada pecado nos acarrea una serie de consecuencias que aún perdonándose el pecado se nos vienen encima, como lo es la inclinación a volver a cometer el pecado y el quedar atrapados en la debilidad de la concupiscencia al inclinarnos a un hábito pecaminoso. La noticia que Trento aporta es que esas consecuencias naturales, temporales, se pueden eliminar si el creyente añade hábitos contrarios a estos con actos virtuosos. Y nueva vez señala Trento, SIEMPRE lo hace, que estos actos son obras sobrenaturales que son ellas mismas efectos de la gracia, tal como lo eran los previos a la primera justificación: "cuando padecemos, satisfaciendo por los pecados, nos asemejamos a Jesucristo que satisfizo por los nuestros, y de quien proviene toda nuestra suficiencia; sacando también de esto mismo una prenda cierta de que si padecemos con él, con él seremos glorificados. Ni esta satisfacción que damos por nuestros pecados es en tanto grado nuestra, que no sea por Jesucristo; pues los que nada podemos por nosotros mismos, como apoyados en solas nuestras fuerzas, todo lo podemos por la cooperación de aquel que nos conforta. En consecuencia de esto, no tiene el hombre por qué gloriarse; sino por el contrario, toda nuestra complacencia proviene de Cristo; en el que vivimos, en el que merecemos, y en el que satisfacemos, haciendo frutos dignos de penitencia, que toman su eficacia del mismo Cristo, por quien son ofrecidos al Padre, y por quien el Padre los acepta." (43)

No hay espacio para que nadie crea que por sus actos satisfactorios Dios le perdona, estos actos sólo son requeridos para enderezar las disposiciones de uno que ya ha sido perdonado únicamente por los méritos de Cristo y esos mismos actos cobran toda su eficacia del mismo Cristo al que fuimos incorporado en el bautismo, por medio de su gracia. Lo que a Calvino le molesta en esto es que nos acusa de que creemos que estos actos son nuestros y que no proceden de Cristo mismo. Pero Trento no ha incitado a nadie a pensar que es así. Y obviamente le molesta a Calvino la presencia de La Iglesia como administradora del sacramento de la penitencia. Pero este es otro asunto.

Lo que no hay es manera de sustraer el concepto de penas temporales y el de la laboriosidad de la penitencia de la misma Biblia y ya esto Calvino lo ha reconocido. Así que, a mortificar la carne que aquí no hay antinominianos.

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Notas.

*De todos los títulos en Inglés las traducciones son mías.

42. John Calvin, Antidote to the Sixth Session of The Council of Trent on the Doctrine of Justification.
43. Concilio de Trento, Sesión XIV, Capítulo VIII.

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