viernes, septiembre 16, 2005

Justificación: Trento A La Luz De Calvino (III)

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La Fe que Justifica (Parte 1)

Santo Tomás de Aquino se oponía a la concepción de que cuando Pablo habla en La Biblia de "obras de la Ley" se refiere sólo a los preceptos ceremoniales, y decía el de Aquino que esas obras incluyen las normas morales también ya que "el Apóstol parece estar hablando de moralidad, porque él añade que la Ley fue dada por causa de los pecados y estos son preceptos morales. El uso de estos es legítimo cuando el hombre no le asigna más de lo que ellos contienen. La ley fue dada para que el pecado sea conocido, ya que si la Ley no dijera "no debes codiciar", yo no habría conocido lo que es codiciar (Romanos 7, 7), como el mandamiento lo enseña. No hay, por lo tanto, esperanza de justificación en ellos, sino en la fe sola.". (23)

Casi trescientos (300) años más tarde dirá el Concilio de Trento: "Si alguno dijere, que el pecador se justifica con sola la fe, entendiendo que no se requiere otra cosa alguna que coopere a conseguir la gracia de la justificación; y que de ningún modo es necesario que se prepare y disponga con el movimiento de su voluntad; sea excomulgado." (24) ¿¿¿Anatemizado Tomás de Aquino??? No!, espere.

Más adelante el Concilio dirá: "Si alguno dijere, que la fe justificante no es otra cosa que la confianza en la divina misericordia, que perdona los pecados por Jesucristo; o que sola aquella confianza es la que nos justifica; sea excomulgado." (25) Canon que claramente deja ver que cierta y efectivamente reconoce el Concilio que hay una fe que justifica; y explicita Trento que su problema es con una "fe" que consiste solamente en confiar que Dios perdona los pecados. Con esto no se dice que la Fe está privada de esa confianza en Dios, sino que esa confianza no es lo único que hay en la Fe que justifica, pero a eso volveré más adelante.

El concilio entiende que la fe es el "principio de la salvación del hombre, fundamento y raíz de toda justificación." (26) Esta definición debió haber agradado a Calvino y haberle arrancado un sendo "Amén", sin que añadiera nada, tal y como se lo dio a los tres primeros cánones con los cuales se identificaba plenamente. (27) Pero Calvino aquí nuevamente nos malinterpreta y entiende que cuando el Concilio dice "comienzo" está queriendo dejarle espacio a la doctrina de que el hombre debe completar o perfeccionar su justificación a través de las obras y no de la fe: "¿Quien no ve que aquí (en Romanos 1, 16) están tanto el principio como el final incluídos? La Fe, por lo tanto no sólo le (a Abraham) abre el camino hacia la justicia, en orden a que su justificación sea completada en algún otro lugar." (28) Una mala lectura de lo que dice el concilio no le dejó ver lo que estaba delante de sus ojos, que la fe es "raíz y fundamento de toda justificación" y cuando Trento dice toda se refiere a toda la vida de la justificación hasta que el justo pase al cielo, donde no hará falta más Fe. Esto lo aclaró incluso el legado papal Cardenal Marcello Cervini quien estuvo en el Concilio diciendo que estas palabras fueron "presentadas de acuerdo al consenso de La Iglesia; ya que en la preparación como en el instante de la justificación, en su ejercicio y en su aumento, la fe es el fundamento y la raíz de la justificación." (29) Hay toda una nube de testigos católicos que reconocen este valor perenne en la Fe que siempre le aporta al alma del justo el estado de justificación.

El asunto es un poco más profundo que esto. Como Calvino sabe que decimos que somos justificados no por imputación de un estatus legal-jurídico sino porque en realidad somos convertidos en justos por la acción del Espíritu Santo, él considera que así llegamos "a la peor de las peores distinciones entre una Fe informal y una Fe formal. Los venerables Padres, de hecho, están avergonzados de usar estos mismo términos, pero mientras ellos balbucean que el hombre no se une a Cristo por la fe sola, a menos que se le añada la esperanza y la caridad, ellos ciertamente están soñando con esa fe privada de caridad, la que es comúnmente llamada por los sofistas: informal". (30)

Aquí está el problema enmarcado y alumbrado perfectamente: Calvino cree que solo la fe justifica y el concilio de Trento cree que la fe es la que justifica, pero que ella al justificar no está sola. Calvino va más allá, Calvino entiende que la fe nunca está sola, que ella está acompañada de la caridad y la esperanza, y que una fe que esté privada de la caridad es una fe que no se pueda dar, una cosa que no existe, un invento de los sofismas de los "monjes" católicos. En algo tiene razón Calvino y es en saber que el Concilio no se atrevió a usar esas categorías de "formal", "informal" e "informada" y se limitó, sin explicar su relación, a decir que tanto la fe como la esperanza y la caridad están presentes al momento de la justificación. Pero Calvino no niega eso ¿donde está el problema entonces?

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Notas.

*De todos los títulos en Inglés las traducciones son mías.

23. Thomas Aquinas, Expositio in Ep. I ad Timotheum cap. 1, lect. 3.
24. Concilio de Trento, Sesión VI, Cánones sobre la Justificación, Canon IX.
25. ibid, Canon XII.
26. ibid, Sesión VI, Capítulo VIII.
27. John Calvin, Antidote to the Sixth Session of The Council of Trent on the Doctrine of Justification.
CAN. I. Si alguno dijere, que el hombre se puede justificar para con Dios por sus propias obras, hechas o con solas las fuerzas de la naturaleza, o por la doctrina de la ley, sin la divina gracia adquirida por Jesucristo; sea excomulgado.
CAN. II. Si alguno dijere, que la divina gracia, adquirida por Jesucristo, se confiere únicamente para que el hombre pueda con mayor facilidad vivir en justicia, y merecer la vida eterna; como si por su libre albedrío, y sin la gracia pudiese adquirir uno y otro, aunque con trabajo y dificultad; sea excomulgado.
CAN. III. Si alguno dijere, que el hombre, sin que se le anticipe la inspiración del Espíritu Santo, y sin su auxilio, puede creer, esperar, amar, o arrepentirse según conviene, para que se le confiera la gracia de la justificación; sea excomulgado.
28. ibid.
29. Hans Küng, Justification: The Doctrine of Karl Barth and a Catholic Reflection.
30. op.cit.

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