viernes, septiembre 30, 2005

Carta Abierta de un Teólogo Luterano

* Traducido por Gabaon sin permisos del autor. Énfasis en el original.

Carta abierta de Carl E. Braaten al Obispo Mark Hanson.

Estimado Obispo Bishop Mark Hanson:

Saludos! Le escribo dada una preocupación que comparto con otros acerca del estado de los asuntos teológicos dentro de la Iglesia Evangélica Luterana en América. La situación puede ser descrita como una de "drenaje cerebral". Teólogos que han servido al Luteranismo por muchos años en varias facultades recientemente han salido de la ELCA (Iglesia Evangélica Luterana de América) y han entrado a la Iglesia Católica Romana o la Iglesia Ortodoxa en América.

¿Por qué?

Cuando Jaroslav Pelikan dejó la ELCA y se convirtió en un miembre de la OCA (Iglesia Ortodoxa de América), sentí que no fue terriblemente sorprendente. Después de todo, él había estado leyendo y escribiendo acerca de los Padres de la Ortodoxia Oriental por muchos años, él pudo muy naturalmente haberse sentido como en casa en esa tradición, sin mucha explicación. Un corto tiempo antes Robert Wilken, un destacado erudito en patrística enseñando en la Universidad de Virginia, dejó la ELCA para convertirse en un Católico Romano. Luego otros colegas teólogos Luteranos empezaron a seguir el cortejo. Jay Rochelle, quien por muchos años fue mi colega y el capellán en la Escuela Luterana de Teología en Chicago se unió a la Iglesia Ortodoxa. ¿Por qué? Leonard Klein, pastor de una gran parroquia en York, Pennsylvania, y antiguo editor del Foro Luterano y Forum Letter, el año pasado dejó la ELCA para estudiar para el sacerdocio Romano Católico. ¿Por qué? Este año Bruce Marshall, quien enseñó teología por casi quince años en el Saint Olaf College y fue por mucho tiempo un miembro del Diálogo Luterano-Ortodoxo Internacional, dejó la ELCA para entrar a la Iglesia Católica Romana. ¿Por qué? David Fagerberg, anteriormente profesor de religión en el Concordia College, aun viniendo de una fuerte familia Luterana Noruega, dejó la ELCA por la Iglesia Católica Romana, y ahora enseña en la Universidad de Notre Dame. Reinhard Huetter, un Luterano Alemán de la Universidad de Erlangen, vino a la Escuela Luterana de Teología en Chicago hace quince años para enseñar teología y ética, ahora enseña en la Escuela de Divinidad de Duke, y este año se convirtió a Católico Romano. ¿Por qué? Mickey Mattox, un teólogo quien recientemente servía en el Instituto Ecuménico Luterano en Strasbourg y ahora enseña en la Universidad de Marquette, recienteme ha empezado el proceso de convertirse en Católico Romano.

En todos estos casos la transición incluye esposa e hijos, haciéndolo increíblemente más difícil. ¿Por qué están haciendo esto? ¿Hay un mensaje en estas decisiones para aquellos que tienen oídos?

Todos estos colegas han dado francas explicaciones de sus decisiones a sus familias, colegas y amigos. Mientras los individuos envueltos han provisto una variedad de razones, hay un hilo que corre a través de las historias que cuentan. No es meramente la atracción de la Ortodoxia o el Catolicismo que los encanta, sino tambien el empuje desde la ELCA, a medida que ellos atestiguan con alarma el rumbo de su iglesia hacia el atolladero que algunos han llamado el Protestantismo Liberal. Ellos se han convencido de que la Iglesia Evangélica Luterana en América se ha convertido en sólo otra denominación protestante liberal. Por lo que ellos han decidido, que ya no pueden ser parte de eso. Especialmente, dicen ellos, no están dispuestos a criar sus niños en una iglesia que ellos creen ha perdido su anclaje en la gran tradición evangélica (e minúscula) y católica (c minúscula) ortodoxia (o minúscula), que estaba en el corazón de la enseñanza reformadora de Lutero y de los Escritos Confesionales Luteranos. Ellos está diciendo que la Iglesia Católica Romana es ahora más hospitalaria para la enseñanza confesional Luterana que la iglesia en la que fueron bautizados y confirmados. ¿Puede esto posiblemente ser verdad?

Yo he decidido, sin ninguna duda al respecto, que no puedo re-inventarme a mí mismo para convertirme en otra cosa que para lo que fui criado por mis padres misioneros de Magadascar - y heredero del movimiento confeso Luterano. A través de estudios teológicos y compromisos ecuménicos yo pensaba que había aprendido algo acerca de lo que significa ser Luterano. He escrito varios libros y atículos, he predicado y publicado muchos sermones - dejando un largo rastro de papel - en un período de cinco décadas, explicando lo que significa ser Luterano. No hay nada en esas comunicaciones que se acomode al protestantismo liberal, al que Karl Barth llamó una "herejía", una opinión con la que estoy completamente de acuerdo. Si es cierto que la ELCA se ha convertido en sólo otra denominación protestante liberal, eso es una condición equivalente a la herejía. La cosa más reprobatoria en mi visión que se puede cargar contra la ELCA es que ella es sólo otra denominación protestante liberal. ¿Se han equivocado todos estos teólogos en sus aseveraciones sobre la ELCA?

Quisiera poder negarlo. He estado buscando alguna evidencia convincente sobre lo contrario, porque no soy de los que cortan y se van. No hay lugar del que sepa a dónde ir. Yo sí sé, sin embargo, que el tipo de Luteranismo que yo aprendí — de Nygren, Aulen, Bring, Pinomaa, Schlink, P. Brunner, Bonhoeffer, Pannenberg, Piepkorn, Quanbeck, Preus, y Lindbeck, por no mencionar los piadosos profesores misioneros de quienes aprendí la Biblia, el Catecismo, y la fe Cristiana — y enseñé en una parroquia Luterana y en un seminario por muchos años está ahora marginado al punto de su cercana extinción. En la búsqueda de evidencia que pudiera contradecir convincentemente el cargo de que la ELCA se ha convertido en sólo otra denominación protestante liberal, podría parecer razonable examinar lo que producen sus casas de publicación, escuelas teológicas, revistas, publicaciones, resoluciones conciliares de la iglesia, declaraciones de las comisiones, recomendaciones para la fuerza laboral, declaraciones y acciones de sus obispos. El resultado final es una vergüenza; no hay mucho ahí para refutar el cargo. Como Erik Petersen dijo acerca del Protestantismo Alemán del siglo 19, todo lo que queda de la herencia de la Reforma es el aroma de una botella vacía. Queda mucho de palabrería piadosa, pero entonces, del mismo modo era Adolf von Harnack un hombre piadoso. Todos los herejes de la iglesia primitiva eran hombres piadosos. Nuestros pastores y el laicado están siendo engañados por mucho aroma piadoso, pero la botella está vacía. Sólo pregúntele a estos excelentes teólogos - todos amigos y colegas míos - que han dejado la ELCA. Ellos no son gente estúpida; no dicen mentiras; no toman decisiones apresuradas. Todos son cristianos serios. Lo que está pasando no es nada menos que una tragedia. La ELCA está llevando hacia afuera a los mejores y más brillantes teólogos de nuestros días, no porque es muy Luterana, sino porque putativamente se ha convertido en sólo otra denominación protestante liberal. Yo pensaría que esta es una situación que le concierne a usted inmensamente tanto como a todo el cuadro de la dirección de la ELCA. Pero podría darse el caso de que las mismas personas que deben preocuparse por este fenómeno se digan a sí mismas (quizás no en voz alta), "buen desembarazo, ya no seremos molestados por esas voces disidentes nunca más? Quisiéramos que más de su clase se fueran."

Debo decirle que leo todas sus cartas episcopales que vienen a mi escritorio. Pero también debo decirle que sus convicciones planteadas, acentuadas por muchos sentimientos piadosos, no son significativamente distintas de esas que vienen de los líderes protetantes liberales de otras denominaciones Americanas. No estoy en desacuerdo con su política inclinada hacia la izquierda. Soy un político liberal de toda la vida, al contrario de muchos de mis amigos. Mi esposa y yo nos opusimos a la injusta guerra contra Vietnam en los ‘60s y ‘70s, y con igual convicción nos hemos opuesto a la temeraria invasión de Iraq hecha por la administración Bush. También apoyamos a la ELCA en sus acciones ecuménicas para re-instituír la oficina episcopal por medios de la aprobación del CCM así como también adoptando la Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación con el Vaticano. Pero nada de eso se iguala a la transformación del Luteranismo en una denominación protestante liberal, en términos de doctrina, culto y moralidad.

Cuando terminé mis estudios para graduarme en Harvard y Heidelberg, fui ordenado por la ELC y serví en una parroquia en Minneapolis del Norte, simultáneamente enseñando en el Luther Seminary. Para ese tiempo fui instrumental en la fundación de Dialog, un diario de teología, junto a Robert Jenson, Roy Harrisville, Kent Knutson, James Burtness y otros, con el fin de conducir el Luteranismo del medio-oeste hacia la órbita mundial de la teología Luterana. No estábamos orientados ecuménicamente al principio. Para ese entonces ningún profesor del Luther Seminary estaba tratando con los asuntos propuestos por Bultmann, Tillich, Bonhoeffer, Barth, Brunner, Aulen, Nygren y muchos otros. Dialog obtuvo la reputación de ser un diario editado por jóvenes presuntuosos que pensaban que ellos lo hacían mejor. Nos pareció que la mayoría de nuestros profesores no estaban muy bien informados. Pero eran buenos Luteranos, ni un sólo hereje entre ellos. La herejía no era el problema para entonces. El diario que nuestro grupo fundó en 1961 ahora se ha convertido en la voz de una versión protestante liberal del Luteranismo. Robert Jenson y yo renunciamos como los editores del diario en 1991 para fundar un nuevo diario, Pro Ecclesia, un diario de teología Católica y Evangélica. En los últimos catorce años hemos publicado los artículos de teólogos de todas las tradiciones - Luteranos, Anglicanos, Católicos, Evangélicos y Ortodoxos - exhibiendo la verdad que todos compartimos como terreno común en la Gran Tradición.

Lo mismo no se puede decir más de Dialog. Este se ha convertido en una fusión del ethos de religión y moralidad de California, nada más serio de Luterano en él, excepto el aroma de una botella vacía. Demasiado malo. Fui su editor por veinte años y Jenson por diez años, pero ahora según nuestro juicio se ha convertido, quizá inconcientemente, en precisamente lo opuesto de lo que deseamos. El diario ahora expresa su creencia de que ser profético es convertirse en el portavoz de la burocracia denominacional, esto es, atacar las pocas voces disidentes dentro de la ELCA.

Un día un historiador de la iglesia escribirá la historia del Luteranismo en América. Habrá unos pocos párrafos tratando de explicar como la auto-destrucción del Luteranismo confesional ortodoxo acabó cerca del cambio de milenio y cómo pasó a través de una metamorfosis hacia una denominación protestante liberal. Recientemente en una edición de la Lutheran Magazine usted expresó su esperanza de que los Luteranos puedan algún día cercano celebrar la Santa Comunión con los Católicos Romanos. Mi reacción instantánea fue: se vuelve menos y menos posible, a medida que la ELCA es secuestrada por fuerzas extrañas a las tradiciones sólidas que los Luteranos comparten con los Católicos Romanos. La grieta confesional actualmente se vuelve más ancha. Tanto para la JDDJ! (Declaración Conjunta sobre la Doctrina de la Justificación). El acuerdo se vuelve sin sentido cuando el Luteranismo se embarca en una trayectoria que se dirige a las filas del antinomianismo.

¿A dónde vamos desde aquí? Yo no voy a ningún sitio. Mientras tanto, estoy escuchando rumores acerca de un posible cisma o algo acerca de la formación de un sínodo disidente. Nada de eso redundará para el beneficio de la una, santa, católica y apostólica iglesia que confesamos en el Credo. Cada persona y congregación hará lo que crea conveniente y apropiado en vista de la apostasía que se asoma en el horizonte de nuestra amada Iglesia Luterana. Mi amigo Wolfhart Pannenberg ha declarado que una iglesia que no puede tomarse las Escrituras en serio ya no es más una iglesia que pertenece a Jesucristo. Esa no es una sentencia original suya o mía, sino una dicha por cada teólogo ortodoxo en la Gran Tradición, incluyendo a Atanasio y Agustín, como también a Martín Lutero y Juan Calvino. ¿Se toma en serio la ELCA a las Escrituras? Pronto lo sabremos. Quien sea que considere este asunto como una simple disputa hermenéutica no está siendo honesto - “nosotros tenemos nuestra interpretación y ustedes tienen la suya.” ¿Quien ha de juzgar quien está en lo correcto? El resultado es la anarquía eclesiástica, algunas veces llamado pluralismo. Para cada uno lo suyo. Chacun son gout!

Estoy totalmente apenado de que se haya llegado a esta doctrinalmente-inestable situación en la iglesia en que fui ordernado para servir casi medio siglo atrás. Mi padre y dos de sus hermanos sirvieron a esta iglesia en Madagascar y China. Mi hermano y mi hermana sirvieron a esta iglesia en Camerún y Madagascar. Mis primos han servido a esta iglesia como ministros ordenados en este país y fuera por décadas. Conociéndolos tan bien como los conozco, estoy seguro de declarar que su creencia es que esta iglesia en algunas de sus expresiones no permanece verdaderamente fiel al tipo de promesas que ellas hacían al inicio de su ordenación al ministerio Cristiano.

¿Puede la situación que he descrito en severos términos ser remediada? ¿Hemos alcanzado el punto de no-retorno? ¿Estamos ahora desesperanzadamente atascados en lo que Karl Barth identificó como “Kulturprotestantismus”? Sé de casi una docena de grupos Luteranos de renovación desesperadamente tratando de llamar a la ELCA de vuelta a sus textos y tradiciones fundacionales. ¿Existirían ellos si no hubiesen problemas que necesiten ser tratados? ¿Cuántas congregaciones y pastores han salido o están saliendo de la ELCA hacia otras asociaciones?

Un día tendremos que responder delante el trono del juicio de Dios sobre qué hemos hecho para y en contra de la Iglesia de Jesucristo. No habrá nadie a nuestro lado para ayudarnos a encontrar las palabras que usaremos para responder. Todos nosotros tendremos muchas cosas de las que arrepentirnos y por las que implorar el perdón de Dios. Y gritaremos, “Señor, ten misericordia!”

Sinceramente en Cristo nuestro Señor,

Carl E. Braaten

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