miércoles, agosto 05, 2009

Providencia

"Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza, en Cristo Jesús" (Filipenses 4, 19)

La Providencia Divina ha sido como una peña inmensa en medio de mi caminar como creyente. Algunas veces me ha sido piedra de tropiezo, otras me ha sido la piedra que yo he desechado, otras se ha convertido en mi piedra angular, algunas ha sido la peña contra la que me estrello y otras ha sido la roca sobre la que construyo.

Quizá he teologizado demasiado sobre ella, quizá he tratado demasiado de correr ese velo que hace los designios de Dios inescrutables e insondables sus caminos. De seguro me toca aceptar ser un anawim del Señor y en eso he fracasado, he fracasado en ser un hombre que cree y porque no cree como hombre no se ha convertido en niño.

"Y mi Dios proveerá a todas vuestras necesidades con magnificencia, conforme a su riqueza, en Cristo Jesús" (Filipenses 4, 19)

Me asombra ese "mi" antes de Dios. Mi Dios. ¡Oh! Me tiembla el corazón al reconocer que no puedo hablar de dinero, de casa, seguridad, comida y vestido y saberte "mi" Dios en medio de esas cosas. Te creo demasiado grande, demasiado lejos para preocuparte de "mis" necesidades. Yo no podría escribir una epístola, no puedo hablar contigo mientras oro (y lo sabes) y saberte "mi" Dios cuando tengo que mencionar necesidades tan ordinarias. Parecen tan viles para juntarlas contigo. Te sé tan excelso, tan omnisciente, tan omnipresente, tan omnipotente que no te conozco como el que puede sentarse a mirar mi presupuesto, mis inseguridades, mis flaquezas... mis levedades, mirarme y decirme: «¡tranquilo! ¡todos mis "omnis" son para ti! ¡para atenderte a ti! ¡mi cielo!». Necesito saber que eres mi Abba ahí también.

¡Cómo me sorprende que el Espíritu Santo haya inspirado a un creyente a dejar escrito, por los siglos de los siglos, y en un mismo verso, palabras como proveer, necesidad, magnificencia, riqueza y "en Cristo Jesús"! ¡Señor! ¡Cuánta teología he leído y hecho con la fórmula "en Cristo" y no puedo creer que tú, Padre, atenderás mis necesidades "en Cristo"! ¡Cúanto desconozco que Jesús también me garantiza que me atenderás, no sólo que salvarás mi alma! ¡Necesito conocerte más, Señor!

Creo que se me ha hecho demasiado fácil ponerme a hacer cálculos, a tirar estadísticas y a evaluar probabilidades que todas mis fuerzas las he usado en angustiarme y dudar de tu cuidado. Se me ha hecho más fácil dudar de ti y angustiarme, que confiar en ti.

Hoy dejo esta marquita por aquí para empezar un camino nuevo. Instrúyeme, muéstrame el camino a seguir, fija tus ojos en mí, sé mi consejero. Amén.

Powered by Blogger All You Can UpLoad