lunes, mayo 25, 2009

Gracia Protestante

Cada día que pasa me convenzo más de la veracidad de la tesis de Louis Bouyer, SJ que afirmaba que había algo santo, sacro y digno de mantenerse en el "Sola" protestante.

Al principio pensé titular este post "De Lutero y Cutié", pero al final quise abrir el foco para captar un poco más. Ya pasó el vendaval de noticias sobre Alberto Cutié y casi todo el mundo ha tomado una postura definida. Ahora me interesa reflexionar sobre el caso.

Aparentemente los católicos comprometidos han rechazado, todos, las acciones del Padre Alberto y se han indignado mucho más por su primera entrevista en la que decía que jamás se arrepentiría ni pediría perdón por amar a una mujer, que lo único que lamentaba era el efecto colateral de su acción: que la gente se sintiera herida.

Sin embargo la novela Cutié ha sacado a la luz el drama católico: tenemos una doctrina perfecta, pero tenemos una feligresía que no le hace caso. La reacción de Cutié representa el pensamiento tradicional del fiel católico sobre la gracia y el pecado: si somos buenos, si hacemos actos bondadosos, Dios se hace de la vista gorda con nuestras debilidades. Lo que Cutié le dijo al mundo es que sus "actos" no son pecado, que la materia (para hablar técnicamente como católico) de su acción no es pecado, ni algo que amerite arrepentimiento. Que son simplemente las circunstancias las que califican al acto como una "estupidez", pero la acción en sí misma no es pecado que reclama arrepentimiento; no, su acción es amor. Y su trabajo ministerial, excelentemente realizado, le exime para amar a la de quien se ha enamorado.

Los apologetas católicos que pululan en la Red soñaban en algún momento con representar la mayoría de católicos del mundo, pero poco a poco van tomando una postura más ridícula (pero menos equivocada que la primera) con la que ahora creen que son los únicos Elías que se han recluído en el Carmelo para no doblar su rodilla ante Baal. Ya se les hace tan obvio que el Papa y el Catolicismo que se vive en las calles no andan en el mismo tono una gran parte de las veces, que ahora para ser coherentes con sus posiciones anteriores, pues se empiezan a presentar ellos como los únicos que le hacen caso al Papa.

Poco a poco va quedando al desnudo que no es al Protestantismo a quien hay que acusar de laxismo moral. Que es ridícula la postura que los ilusos apologetas pretenden seguir manteniendo, de que aquí andamos llenos de santos y que es el Protestantismo quien exhorta a la gente a que sean pusilánimes o negligentes con su santificación personal. Ya me alegra ver a más de uno reconocer tímidamente (claro desde su altar privado de santurrón) que realmente hemos tenido momentos en la historia donde había que levantarse a denunciar la decadencia en masa que había entre los "fieles" (¡ja! ) católicos, incluído el clero, y que hoy estamos en uno de esos momentos.

Mientras algunos entrebuscan textos de Lutero para "desenmascararlo" hoy quisiera sugerirle aquél famoso e infame texto de Lutero a los Cutié que tenemos, bajo sotanas y bajo cruces de laicos: "Dios no salva a esos que son sólo pecadores imaginarios. Sé un pecador y que tus pecados sean fuertes". Eso, mis queridos, se llama arrepentimiento, no hilar excusas al estilo Cutié. Lutero corregía desde aquél entonces a los Cutié, católicos.

La tendencia de llamar al pecado con otro nombre, la de tratar de suavizar el pecado, la de escandaloso laxismo y negligencia moral, la de la afrentosa teología que pretendía justificar la doblez en la moralidad era católica en el siglo XVI, y hoy va ganando terreno otra vez. Así nació la Reforma mis queridos, por eso nació Jansenio mis amados. La gracia que salva es la gracia que se encuentra con pecadores, no la que se encuentra con santurrones que quieren seguir aparentando que todo esta bien y que no hay nada qué cambiar.

Quizá algún día entenderemos que es nuestra postura, nuestra porque es de los católicos, la que engendra a los Luteros y a los Jansenios. Y muero tranquilo porque veo cada vez más a los que saben entender que La Gracia Protestante es Gracia Católica, esa de la Teoría, esa que no se vive ni se predica mucho aquí, de este lado.

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