lunes, diciembre 15, 2008

De Lubac Y Lo Sobrenatural

Hasta aquí traté de exponer libremente lo que he entendido del pensamiento de de Lubac. Evité cuestionarlo, oscurecer o poner en entredicho sus opiniones; en la medida que pude entenderlo lo expuse con la mayor fidelidad que pude. Ahora hago mi crítica personal ayudado de la crítica de John Milbank.Henri de Lubac

En un momento me llamó la atención la opinión de de Lubac de que él se había dado cuenta que era imposible referirse al tema de la eficacia de la gracia o de la predestinación sin sentir que se había metido en un nido de disputa donde saldrían altercados por todos lados y que por lo tanto él prefería no entrar en estas áreas. Me parece curioso el rechazar entrar a un “nido de disputa” por la razón que sea y sin embargo estar pronto a crear un nido propio y vivir echándole leña al fuego que ya se identificó se ha encendido.

De La TNP

Empezando desde el inicio a mí me parece abusiva, extrema e insostenible la opinión de que la TNP (Teoría de la Naturaleza Pura) sea la responsable del ateísmo que reina en el mundo actual. Ya mencioné mi asombro al ver a de Lubac responsabilizar a los mayores representantes de la escuela tomista tradicional de haber traicionado a Santo Tomás; pero mi asombro alcanzaba la incomodidad y la indignación cuando le leía decir cosas como que la teología escolástica tardía había hecho una construcción, pero que ya ésta ha sucumbido y que nunca fue, ni ha sido, la enseñanza tradicional de la Iglesia Católica. Esto lo escribió en su “Brief Catechesis On Nature And Grace” ya siendo Cardenal y en su época tardía, pero uno puede notar la misma fibra al leer sus obras anteriores. Opiniones incendiarias como esta jamás le pudieron haber favorecido para que se le entendiese. Pero aun cuando uno pone su mayor empeño no puede más que asombrarse de cómo se puede responsabilizar a esta teoría de algo tan grande y nefasto para el mundo como el ateísmo secularizante que lo envuelve hoy.

Me parece extraño que de Lubac no haya responsabilizado de esta secularización ateísta a la tan desarrollada idea de la “ley natural” o la de la “moralidad natural” o la del “conocimiento natural” de Dios. Si uno se toma en serio la base de la crítica de de Lubac no puede dejar de preguntarse por qué señalar a la TNP y no a otra teoría que a las claras parecen tener más responsabilidad de esta secularización; claro, “a las claras” si uno entiende que hay cierta lógica en la fundamentación de de Lubac. A esto volveré más adelante.

Garrigou-Lagrange, que es uno de los más fuertemente criticados por de Lubac, y supuestamente por cuya presión se hizo realidad la suspensión docente de de Lubac, define la TNP como una teoría de un estado que nunca existió y nunca existirá, y él en toda su obra defiende con el mismo o mayor celo que de Lubac el anhelo de ver un mundo orientado hacia Dios. La tradición que Garrigou-Lagrange representa jamás en la vida puede ser considerada una tradición que excluyó a algunos hombres del llamado a la visión beatífica, ni que se contentó con una sociedad donde el hombre pueda vivir por y para sí mismo al margen del llamado divino a la gloria. Hasta en los errores políticos que la generación de Garrigou cometió uno puede identificar que ellos preferían usar un régimen de gobierno que forzara la institución del Reino de Dios por medios sociales. Es decir que hasta en lo condenable y corregible del Tomismo que representa Garrigou-Lagrange se ve totalmente lo contrario de lo que de Lubac les acusa.

Para el Tomismo que representa Garrigou la TNP tiene su raíz en el mismo Santo Tomás y uno puede darse cuenta como toda la crítica de de Lubac adolece de falta de seriedad académica al pasarse por alto problemas bien serios como los textos en los que Santo Tomás habla de este estado explícitamente, o por ni siquiera tratar el caso del limbo o del hombre natural que gozará de una felicidad natural presente en los escritos de Santo Tomás. Estos no son casos aislados en los que se aplica la TNP, ellos son prueba contundente de que esto era lo que Santo Tomás pensaba. Para nadie es una duda que el Tomismo del siglo XVII era más explícito y específico que el de Santo Tomás, lo que no implica que la TNP no estaba presente en el pensamiento del Aquinate.

Del mismo modo uno podría usar todos los argumentos que usa de Lubac para decir que él no está proponiendo una solución (porque tal solución es difícil de alcanzar sino que él sólo quiere quedarse con su paradoja) para seguir manteniendo la TNP y decir que lo que él observa en ella de inadecuado igual se puede mantener así como se mantiene lo que resulta molestoso de su paradoja. Por lo que la TNP puede seguir siendo un elemento para preservar el concepto de la gratuidad de la gracia.

Del Deseo De Ver a Dios

De Lubac manifiesta mucha ligereza al juntar como seguidores de Suárez a todos los proponentes de la TNP que niegan un deseo natural en el hombre por ver a Dios. Uno no requiere más que detenimiento para darse cuenta que en las escuelas tomistas tradicionales se niega el deseo natural por ver a Dios haciendo una distinción que de Lubac parece no respetar ni prestarle mucha atención. Garrigou-Lagrange a quien de Lubac cita con desdén en este punto en particular es de la opinión que uno debe distinguir entre el deseo por la felicidad y el deseo por ver a Dios. El primero es un deseo incondicional e innato, pero que el deseo por ver a Dios es condicional y provocado, no innato. En este sentido Garrigou corrige a Suárez cuando al hablar de la potencia obedencial que hay en el hombre lo hace incorrectamente.

Para los tomistas que representa Garrigou hablar de potencia obedencial es hablar de una aptitud que tiene la naturaleza para recibir un regalo sobrenatural o para ser elevada para producir efectos sobrenaturales. Esta potencia es apta para esta elevación al orden superior no más que como una no-repugnancia pues Dios puede hacer en nosotros lo que quiere, es para Suárez para quien esta potencia es un acto imperfecto o una potencia activai, como si la vitalidad de nuestros actos sobrenaturales fuera natural. Evidentemente de Lubac no le reconoce a Garrigou y su escuela la distinción que debería.

De aquí Garrigou puede concluir perfectamente que el propósito de nuestra existencia NO es adquirir un conocimiento meramente natural de Dios sino un conocimieto y amor sobrenatural de Él sin caer en ningún tipo de contradicción ni dejar espacio para que se piense que el hombre puede contentarse con un fin meramente natural como supone de Lubac que esta escuela lo permite.

De La Gracia Como Gracia

Cuando leí “The Suspended Middle” de John Milbank me encontré con otro teólogo que se pierde en la verborrea al sacrificar la claridad por lo teológicamente correcto. Pero no fue eso lo que más me sorprendió de Milbank sino su total irrespeto hacia el Magisterio Católico y nuestra Tradición, para Milbank de Lubac le daba demasiada importancia al Papa, a la Tradición Católica y a Santo Tomás y por eso no podía llegar claramente a la conclusión que él quería llegar que es que la naturaleza ciertamente demanda lo sobrenatural.

Para Milbank tanto de Lubac como von Balthasar vivían en un “medio suspendido” en sus teologías por querer respetar a Santo Tomás y al Papa. John MilbankMilbank va tan lejo como el llegar a decir que Humanis Generis ciertamente condena a de Lubac y que de Lubac dice lo que la Encíclica censura que no se puede decir. Para Milbank de Lubac trató de enmascarar toda su vida en un grave conflicto la conclusión lógica de sus planteamientos por vivir en un esquema teológico que no le permite concluir lo que él quiere.

No sé si esta opinión le agrada al que quiere condenar a de Lubac, pero a mí me parece que no se toma en serio la gravedad de la paradoja que de Lubac quería mantener. Milbank insiste en llamar a de Lubac incoherente por no llegar a las conclusiones que él cree debe llegar; confieso que a veces llegué a preguntarme si al fin de cuentas no es verdad que el tratar de mantener esta paradoja es un soberano disparate que sólo se mantiene con incoherencias. Pero creo que un católico puede ver más allá de un simple teatro en la obra de de Lubac y sentir su verdadera angustia al tratar de llevar hasta el extremo las aseveraciones de Santo Tomás y otros santos de que la naturaleza es “capaz” de recibir la gracia sin usar los “avances” y especificaciones de los tomistas.

De Lubac no es como Milbank, su aceptación y respeto por la Tradición es genuino, y si uno nota presiones e in-coherencias en su obra creo que no se deben a un temor a la condenación sino a la ansiedad que causa el saber que se busca una conciliación y no se encuentra. Quizá haya que buscar la razón de la queja de Milbank de in-coherencias al verificar que ni de Lubac ni Balthasar apoyaban la teología de la liberación y para el Milbank político esta teología era una consecuencia de esta visión de la relación naturaleza-gracia.

Leí a de Lubac con mucho temor, lo leí con ansias de verle separarse de Bayo, lo leí creyendo que descubriría en él a un molinista y puede confesar que si algo me ha quedado cierto y claro de su obra es que de Lubac afirma como pocos el carácter gratuito de la gracia divina. Puedo firmar donde sea que me he quedado convencido que de Lubac no quiere ni piensa jamás en un mundo que no sea un mundo agraciado, sostenido, posibilitado, movido y saturado por la gracia de Dios.

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