jueves, abril 23, 2009

Cruz Vergonzosa

Normalmente las apreciaciones de Jesús me demandan más atención que la que se le puede prestar de primeras. Aquello de que tendríamos escándalos entre nosotros, iba en serio; desde que le entendí, cuando Él dijera eso, me tomo los escándalos más a la ligera, sobre todos los que conllevan publicidad. Lo que me asombra es el barullo que se levanta cuando aparecen cosas tan comunes y sabidas entre la gente cuando es una cadena de televisión o un diario el que las hace públicas.
Robert Zollitsch
Yo estoy por convencerme que el maremoto que se arma cuando un escándalo es revelado a la luz pública, desde algún medio de comunicación, en realidad tiene más base en el orgullo herido del que no lo quería revelado. Es como que el escándalo que se arma viene a raíz de la dignidad herida del que lo sabía y prefería seguir tapando el sol con un dedo; lo que parece doler es que se haga público el malestar que ha corrompido el interior, no el malestar per se. Temo que cualquier parecido con el fariseísmo y aquello de sepulcros blanqueados no sea una casualidad.

Ahora le ha tocado a Robert Zollitsch, cabeza de la Conferencia Episcopal Alemana, quien no ha dicho absolutamente nada nuevo. ¿Qué ha querido decir el Arzobispo? Ya nos daremos cuenta, le damos el beneficio de la duda. Pero tómeselo con más calma.

A ver, no digo que está mal que usted se escandalice, hágalo lo más que quiera, pero ¡por favor! ¡abra los ojos! ¡ore un poco más y no deje que la sensibilidad a lo que le dice el Espíritu a la Iglesia se transforme en su vida en lo que le dicen los incrédulos a la gente a través de la prensa! La Cruz de Cristo hace décadas que ha pasado a ser una vergüenza para muchos teólogos, escritores, pensadores, clérigos, religiosas y laicos de esta Iglesia Católica. La tan querida Teología de la Liberación negó La Cruz de Cristo, renegó de ella. Todavía hace falta que alguien se responsabilice de que quienes excluyeron a Jesús Cristo del Cristianismo en América Latina fueron los católicos amantes de esta teología, todavía falta quienes reconozcan que la aceptación del Protestantismo en América Latina tiene su raíz en que ellos (mal que bien) terminaron presentando a Jesús, porque ellos no más querían saber a Jesús y a Jesús Crucificado, y la propaganda católica se olvidó de Cristo y de su Cruz. El día que alguien empiece a reconocer eso, pues yo le prestaré atención a sus escándalos traídos desde la televión europea, alemana sobre todo, sobre algo que aquí nos ha matado y quitado millares de fieles, y que al día de hoy todavía es un cáncer en nuestras comunidades de base. ¡Y ahora el Alemán nos escandaliza! ¡Por Dios!

Pero a lo que voy.

No se alboroten mucho al oír hablar de esta teoría de la Solidaridad; ella tiene una presentación perfectamente ortodoxa y de hecho era una preferida de Juan Pablo II. A parte de los encabezados sensacionalistas, lo que dice el Arzobispo Zollitsch se parece mucho a lo que Juan Pablo II dijera más de una vez: Audiencia General 26 de Octubre de 1988 y es evidente, por todas las audiencias cercanas anteriores y posteriores que el Papa ni estaba negando el valor expiatorio ni redentor de la Cruz de Cristo.

A Juan Pablo II su amigo von Balthasar le tenía bien advertido de los peligros y excesos de este acercamiento en la teología, por lo que si el Papa se atrevía a hablar de ella en público era porque reconocía en esta presentación elementos ortodoxos y sanos que no estaba dispuesto a dejarle en las manos a los heterodoxos.

Sobre la palabra misma solidaridad (que surge bastante tarde, pero cuyo contenido se anuncia mucho antes), una breve observación previa. El término fascina por el tono directo con que llega a expresar ahora, de un modo consciente y personal, lo que ya antes había sido formulado sobre todo a nivel óntico: en Jesús, Dios mismo quiere tomar parte en toda la trama del destino humano, quiere sencillamente estar ahí «para» el hombre. Este «para» bíblico desearía plasmar un nuevo matiz, contenido en la palabra «pro-existencia», término este que resultaría directamente y (tras una breve reflexión) comprensible para todo el mundo.

Digamos de antemano que una serie de autores católicos usan el concepto de solidaridad para expresar con toda viveza la comunión de Jesús con nuestra naturaleza (pecadora). No hay propiamente sustitución de personas, hay solidaridad de acción. El pecado no es transferido de los hombres a Cristo, sino que se extiende de los hombres sobre Cristo.

Al concepto de solidaridad utilizado hasta aquí no hay nada que objetar, sin embargo, es ahora cuando éste, de una manera simple e imperceptible, se encamina hacia el uso que hará de él la cristología liberal.

(Hans Urs von Balthasar, Teodramática Vol. 4, La Acción)


Definitivamente paso de esto, a mí siempre me fascinó más la Cristología Anselmiana, Agustiniana y Tomista.

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