lunes, abril 13, 2009

Escritura

La Palabra de Dios no es primariamente la Sagrada Escritura sino Jesús Cristo en la unidad de su existencia mortal e inmortal, personal y eclesial. La Palabra de Dios es Cristo, preparada en el Antiguo Pacto, actuando entre los hombres, eligiendo a los Doce y otros discípulos, muriendo y levantándose de nuevo, enviando sus discípulos al mundo y dando el Espíritu Santo. Esta imagen total es mantenida en el cuerpo de escritura que, externamente, parece extrañamente fortuito; sin embargo, internamente, sus partes se ven relacionadas las unas con las otras en inexhaustivamente nuevas maneras.

La Escritura no tiene intención de ser exhaustiva, Católica; es suficiente si el tema del que ella es testigo es Católico. Debe ser admitido que este tema está substancialmente contenido en la letra de la Escritura (como uno de los bosquejos en pastel de Quentin Latour, por ejemplo, captura el carácter entero de su modelo), de tal manera que la naturaleza-llena-del-Espíritu de este "bosquejo" es suficiente para mantener todas las legítimas y necesarias interpretaciones subsiguientes en las correctas proporciones. Así el Espíritu en la Escritura va más allá de la letra, aunque nunca es algo al lado o detrás de ella.

Sólo en base a esta paradoja puede describirse la Escritura como "suficiente", como el documento auténtico de un tema que por mucho lo excede, desbordándose en todas direcciones e inundando cualquier cosa que podamos deducir de la letra por los métodos de filología. Hasta este punto Orígenes está en lo correcto cuando dice que la Escritura es un "cuerpo" del Logos y que la Escritura del Nuevo Testamento es un cuerpo más espiritual que el del Viejo Pacto. El cuerpo es siempre la esfera de la expresión de un espíritu libre; mientras que el último puede estar unido a él por el propósito de auto-expresión, lo puede emplear en siempre-nuevas y diferentes maneras. Cuánto más si este "cuerpo", en su totalidad, es el resultado del Logos divino tomando forma material. Y más aun si este "cuerpo" es inseparable del Cuerpo personal y "místico" del mismo Logos, inseparable de su unión eucarística y esponsal con su Iglesia, que se "convierte en una sola carne con él" y le reconoce, plenamente y por primera vez, en esta unión. Ahora ella se da cuenta de cuanto amor divino le es conferido a través de este "Cuerpo".

(Hans Urs von Balthasar, In The Fullness Of Faith. Traducido por mí sin permisos explícitos)

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