lunes, abril 27, 2009

Un Amor Que Elige Amar

La expresión tradicional de la predestinación suele ser acusada de representar a un Dios caprichoso y terrible que no quiere salvar a algunos hombres. El cargo por el que normalmente se rechaza la teoría Tomista-Agustiniana es el de que en esta teoría Dios es un dios cruel.

¿Hay algo de verdad en esto? No del todo, la culpa más bien está en malas representaciones y explicaciones de la mente de San Agustín y Santo Tomás. Ninguna teoría de la predestinación tiene una base más sólidamente fundamentada en el Amor de Dios que la teoría de estos Santos Doctores. El problema radica, como ya he adelantado, en que nuestra manera actual de entender lo que es "Amor de Dios" no coincide con las características del Amor de Dios que conocían estos Doctores.
Agustín de Hipona
En las últimas décadas hemos visto un resurgir en la Iglesia de la percepción del amor divino. Innegablemente podríamos concluir que el tema del amor de Dios ha cobrado una importancia radical en la vida eclesial. No sólo lo reflejan los púlpitos, las homilías, los retiros, las catequesis y la inclinación de nuevos movimientos eclesiales sino que popularmente tenemos una gama de manifestaciones que van desde camisetas, pegatinas, placas para vehículos, gorras, canciones no-litúrgicas que se usan en Misa, bandas de música contemporánea, libros, CD's, DVD's e incluso evangelizadores laicos que amalgamadamente atestiguan la prominencia actual de este tema. No se puede negar que esto le ha inyectado una vida sorprendente a la vida eclesial. Es incuestionable que este ha sido el motivo por el cuál millares de inconversos han encontrado atractiva la vida cristiana.

Pero en varios círculos se va desarrollando un serio cuestionamiento de que si lo que los hijos de la Iglesia de hoy han venido entendiendo por Amor Divino no es más bien una versión domesticada de un ídolo pre-fabricado que no exige ni espera conversión, arrepentimiento, ejercitación en la piedad, crecimiento en la virtud, sacrificio, desprendimiento, santificación o que no demanda, en una sola palabra, seguimiento.

A veces uno queda con la impresión que este "amor de Dios" lo único que exige o logra es que uno exprese palabras románticas en algún concierto o culto con música melancólica, que llore un poco, y claro está... todo hecho en un modo cuasi-afeminado. Si uno no se comporta así, le dicen, es porque no ha tenido un "encuentro con Jesús". El "amor de Dios" es para ser expresivos en la asamblea, en las salutaciones y en el lenguaje (pero sólo cuando se le habla a conversos).

No me malinteprete, a mí también me encanta Hillsong y Delirious? y he llorado en conciertos de Jesús Adrián Romero y Marco Barrientos; estoy hablando de este "amor" insustancioso, enclenque y frágil que NUNCA se parecerá a lo que nuestros Doctores entendían por Amor Divino, ese que ni las muchas aguas lo pueden apagar, que es más fuerte que la muerte. Si uno no nota estas diferencias pues claramente tratará de juzgar a estos Doctores en su presentación del Amor de Dios, y particularmente yo estoy harto de los clichés esos en los que la gente de ahora cree que entre sus guitarras eléctricas, altavoces, luces, peinados y ropa de lo más cool pueden asumir que estos viejos de la edad oscurantista no podían comprender lo "chévere y padre que es el amor de Yisus (Jesús)".

Cuando Santo Tomás escribía: "La causa de la predestinación divina no es ninguna necesidad que tenga Dios, ni deuda de parte de los predestinados, sino más bien un puro efecto de Tomás de Aquinosu buena voluntad; con lo cual se nos encarece el cuarto beneficio, porque proviene de puro amor; ya que la predestinación, conforme a razón, presupone la elección, y la elección el amor.

Queda, pues, claro que la predestinación divina no tiene otra causa, ni puede tenerla, que la simple voluntad de Dios; y está claro también que la divina voluntad que predestina no tiene otra explicación que la comunicación a los hijos de la bondad divina.
" (Tomás de Aquino,Comentario Carta A Los Efesios, Capítulo 1, versos 1-6) creía (y estaba en lo correcto) estar de acuerdo con San Agustín en que la predestinación es una cuestión de Amor, que nada más la puede definir o causar. ¿En qué consiste este amor?

Dios Crea lo Amable

En la mente de Santo Tomás Dios no es atraído por nada. En nosotros los humanos el amor significa que la bondad intínseca de algo nos atrae y nosotros queremos su preservación y a ese querer le llamamos amor. En Dios no pasa así. A Dios no le puede atraer la bondad de algo, porque la bondad de las cosas se las ha dado Dios cuando las pensó y las creó; es decir que Dios ama porque Él ha decidido amar.

Esta es la base por la que uno puede hablar de incondicionalidad en el Amor Divino. Porque Dios no es un observador pasivo de algo fuera de Él que le pueda sorprender o motivar a tomar una postura, lo que sea de bueno y amable que tenga una cosa ha sido Dios quien se lo ha dado. Él llamó lo que no era para que fuera. Su Amor es la causa de que exista algo amable en el objeto de su Amor.

Me deja absorto cómo alguien puede intentar interpretar la doctrina tomista de la justificación del pecador (o la de la predestinación) sin tomar en cuenta este principio fundamental en la mente del Aquinate.

El Amor de Dios es Libre

Dios no ama porque algún principio interno suyo le impele a amar, coaccionándole u obligándole a amar. Algunas veces he escuchado a alguno decirle a la gente que "Dios no puede dejar de amarles". La verdad es que Dios sí puede, pero la razón por la que Él nunca dejará de hacerlo es porque libremente Él ha decidido no hacerlo. Parece atractivo hablar de un Dios que el amor le impone necesidad y le obliga a amar. Pero ese Dios al fin de cuentas sería un pelele y no el OmniPotente. Dios ha decidido amar. Y no hay un mayor motivo de alegría que saber que entre tantas opciones Dios se determinó a sí mismo, porque quiere, a Amar. Hay mayor razón para regocijarse en el hecho de que Dios quiere Amar, de que Él genuina y honestamente quiere Amar, que en el hecho de que algo extraño a su voluntad impulse a hacerlo. Esto significa que la voluntad de Dios está fijada en Amar. Que ante cualquier conjugación de sucesos Él ha decidido Amar, que nada que pase o deje de pasar está fuera del alcance de la visión divina y nada le moverá o le hará "razonar" o pensar en la opción de dejar de Amar. Él no se ve obligado a amar, Él ha decidido Amar. Él eligió Amar, libremente.

Esta es la base por la que uno puede hablar de la eternidad y particularidad del Amor Divino. En Dios no hay sombra de cambio, y si su Amor reside en su libre voluntad entonces es eterno. Si Dios "pone a funcionar" su voluntad para amar, y no lo hace desde un impulso visceral necesario, eso implica que Dios está eligiendo amar, y al elegir amar él elige a cada persona y a cada cosa en particular. Él sabe lo que está haciendo, conoce lo que está haciendo y ha optado por lo que está haciendo. Eso hace su amor personal y particular.

Una predestinación Amorosa

De todo esto lo que se concluye es que en la presentación Tomista-Agustiniana lo primordial es salvar la gratuidad del amor divino y no fijarse morbosamente en un decreto oscurísimo de Dios en el que decide rechazar a algunos hombres.

Estoy convencido que este Amor Poderoso según lo presentaban estos Santos Doctores es mayor protección y fuente de gozo para el que anda buscando un "Dios misericordioso".

De esta manera cuando Dios ama algo le hace bien, no hay posibilidad de que Dios ame algo y no produzca bondad en Él. En esta presentación Dios puede acercarse a lo más detestable y elegir amarlo. Dios no necesita que algo se transforme en algo amable para amarle. Dios se acerca a lo humanamente repugnante y es su Amor quien lo transforma. En esta presentación del Amor Divino las condiciones no tienen sentido. Esta es la mayor incondicionalidad del Amor Divino posible.

Del otro lado el Amor de Dios no se presenta como una especie de panteísmo donde el amor divino es una dósis igual para todo el mundo, que surge nadie-sabe-de-donde en términos más parecidos al ágape-pasional-caprichoso de una divinidad griega. Quien es presentado como Amante por Tomás y Agustín es una Persona que decide Amar en lo peculiar del objeto de su amor. Le ha elegido antes de crearlo para amarlo, y el objeto de su amor puede contar con que sin importar dónde y cómo se encuentre él seguirá siendo, infrustrablemente, objeto del Amor Divino.

Prefiero este Amor al amor infantil y fresa tan en boga en muchos púlpitos en el día de hoy. Y cuando siga escuchando la música que prefiero y los sermones a los que atiendo, celebraré el Amor Divino de Tomás y Agustín y no sus sucedáneos.

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