miércoles, marzo 18, 2009

Dios Puede Y Hace

Por lo tanto la predestinación divina al bien es, como ya he dicho, la preparación a la gracia; gracia que es el efecto de tal predestinación. Por consiguiente cuando Dios le prometió a Abraham en su descendencia la fe de las naciones, diciendo: "te he constituido como padre de muchas naciones", cuando el apóstol dice: "por lo tanto procede de la fe que la promesa, de acuerdo a la gracia, sea establecida para toda la descendencia" Él lo prometió no como procedente del poder de nuestra voluntad sino como procedente de su propia predestinación. Porque Él prometió lo que Él mismo haría, no lo que los hombres harían. Porque, aunque los hombres hacen esas cosas que le corresponden a la adoración de Dios, es Él mismo quien hace que ellos hagan lo que Él les ha encomendado; no son ellos los que causan que Él haga lo que Él ha prometido. De otro modo el cumplimiento de las promesas de Dios no estaría en el poder de Dios, sino en el de los hombres; y así lo que fue prometido por Dios a Abraham le sería dado a Abraham por los mismos hombres. Abraham, sin embargo, no creyó de esa manera, sino que "él creyó, dándole gloria a Dios, que lo que Él prometió Él es capaz también de hacerlo." Él no dice: "predecir", él no dice: "preconocer" porque Él puede predecir y preconocer las obras de los extraños también; pero él dice: "Él es capaz también de hacerlo" y de esta manera él no está hablando de las obras de otros sino de las de Él.

Ciertamente, cuando el apóstol dice: "por lo tanto procede de la fe que la promesa sea asegurada de acuerdo a la gracia", me asombra que los hombres prefieran confiarse a sí mismos a su propia debilidad en vez de confiarse a la fortaleza de la promesa de Dios. Alguno me puede decir: "la voluntad de Dios en relación a mí mismo me es incierta" ¿Entonces qué? ¿Te es tu propia voluntad en relación a ti mismo cierta? ¿Y entonces tú no tienes temor de: "el que cree estar en pie, mire no caiga"? Por lo tanto, entonces, ya que ambas son inciertas, ¿por qué el hombre no confía su fe, esperanza y amor a la voluntad más fuerte en vez de a la más débil?

San Agustín de Hipona, La Predestinación De Los Santos, Capítulos 19, 21, Libro I

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