lunes, marzo 23, 2009

Predestinación 101

Predestinación es antes que todo proclamación kerygmática; a mi entender donde más claro se puede ver en qué consiste la predestinación no es Romanos 9-11 sino en Efesios 1, y uno podría leer todo este libro con los lentes de la predestinación y puede entender perfectamente que no hay manera de presentar el kerygma sin pensar en la predestinación. Tal como aseguraba San Agustín, no hay manera de hablar de la salvación por la gracia sin que ya estemos hablando de predestinación, siempre que se proclame la gracia que encuentra al hombre, lo sana, lo levanta, lo salva y lo acompaña hasta la muerte se está proclamando predestinación:

"Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; por cuanto nos ha elegido en él antes de la fundación del mundo, para ser santos e inmaculados en su presencia, en el amor; eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia con la que nos agració en el Amado. En él tenemos por medio de su sangre la redención, el perdón de los delitos, según la riqueza de su gracia que ha prodigado sobre nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el Misterio de su voluntad según el benévolo designio que en él se propuso de antemano, para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra. A él, por quien entramos en herencia, elegidos de antemano según el previo designio del que realiza todo conforme a la decisión de su voluntad, para ser nosotros alabanza de su gloria, los que ya antes esperábamos en Cristo. En él también vosotros, tras haber oído la Palabra de la verdad, el Evangelio de vuestra salvación, y creído también en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la Promesa, que es prenda de nuestra herencia, para redención del Pueblo de su posesión, para alabanza de su gloria." (Efesios 1, 3-14)

Predestinación es la manera en la que Dios decidió desde antes de la creación del mundo salvar al hombre, redimirlo del delito y la culpa a la que quedaría sometido. San Pablo explica aquí claramente que este designio de Dios es totalmente benévolo. Es cierto que cuando Dios toma esta decisión lo único que se toma en cuenta para alcanzar tal decisión es el beneplácito de la voluntad divina, sobre esto no se puede poner mayor énfasis, no hay absolutamente nada más para tomarse en cuenta que esta determinación divina que no es modificada ni determinada por nada más que por ella misma. Y San Pablo nos dice que esa decisión divina es benévola, Dios es bueno. Esto no se puede subrayar lo suficiente: predestinación es el designio benévolo con el que Dios decide preparar todo lo necesario para traer a sus elegidos a salvación. La persona de Jesús no es un añadido en esto, Dios pensó salvar "en Cristo", Dios nos redimió "en Cristo", Dios nos ungió con su Espíritu "en Cristo", la predestinación es trinitaria y se hace toda "en Cristo". Jesús no es un extra de la predestinación. Dios predestinó "en Cristo".

Hay que notar algo y es que desde el principio San Pablo le está hablando a los fieles en Cristo Jesús, esta proclamación kerygmática es para los salvados, es para la Iglesia, note el tremendo cuidado que Pablo pone en especificar que a quienes se les predica este mensaje es a los creyentes. Aquí es donde surjen los problemas cuando el hombre trata de especular con este mensaje y se olvida que es eso, un mensaje para el santo, creyente, fiel, cristiano, sellado con el Espíritu Santo.

Al momento que uno trate de incluír a los enemigos del evangelio, al que no está en Cristo, como interlocutor de esta proclamación el kerygma dejó de ser voz de Dios y se convirtió en especulación, teológica, pero especulación. En la misma carta a los Efesios Pablo habla de aquellos que no serán alcanzados por el mensaje de Cristo y aquí cambia su discurso de segunda persona a tercera persona "no viváis ya como viven los gentiles, según la vaciedad de su mente, sumergido su pensamiento en las tinieblas y excluidos de la vida de Dios por la ignorancia que hay en ellos" (Efesios 4, 17-18) el mensaje de la predestinación no es para ellos, ellos son solo los que quedan en la sombra de la luz de esta proclamación, sobre ellos no hay nada qué decir en positivo, sólo algo negativo: la salvación no les ha alcanzado. Y aquí es donde viene la especulación: si mueren así quedarán condenados. Pero nadie sabe si les alcanzará en un momento o si no. La revelación, el kerygma de la predestinación es sólo para el salvado, para el que está "en Cristo"; el que no tiene oídos para este mensaje sólo es un tercero del que se especula, nada más.

En carta a los Efesios también tenemos Revelación de qué es lo que le espera a los rebeldes, a los que no les encuentra el Evangelio: "Porque tened entendido que ningún fornicario o impuro o codicioso - que es ser idólatra - participará en la herencia del Reino de Cristo y de Dios. Que nadie os engañe con vanas razones, pues por eso viene la cólera de Dios sobre los rebeldes." (Efesios 5, 5-6) pero para los rebeldes no hay una proclamación de predestinación negativa, esta predestinación negativa es solo una especulación teológica y nunca es proclamación kerygmática. Lo que se proclama es salvación graciosa en Cristo no condenación preparada por Dios. La realidad de la condenación de los que no son encontrados por el Evangelio es una verdad innegable, pero ella no es parte de la proclamación cristiana, ella es sólo el efecto negativo de no haber sido alcanzados por la Gracia Evangélica.

Si le diéramos la razón a San Agustín entenderíamos que La Iglesia siempre ha proclamado la predestinación cada vez que habla de la gracia, pero también descubriríamos que La Iglesia misma se ha determinado a aclarar algunos puntos que corresponden al aspecto que estamos llamando "sombra de la predestinación" que es lo que específicamente se conoce con el nombre de reprobación en el lenguaje teológico:

En el Concilio de Quiersy (853 D.C.) la Iglesia elaboró así:

Dios omnipotente creó recto al hombre, sin pecado, con libre albedrío y lo puso en el paraíso, y quiso que permaneciera en la santidad de la justicia. El hombre, usando mal de su libre albedrío, pecó y cayó, y se convirtió en “masa de perdición” de todo el género humano. Pero Dios, bueno y justo, eligió, según su presciencia, de la misma masa de perdición a los que por su gracia predestinó a la vida [Rom. 8, 29 ss; Eph. 1, 11] y predestinó para ellos la vida eterna; a los demás, empero, que por juicio de justicia dejó en la masa de perdición, supo por su presciencia que habían de perecer, pero no los predestinó a que perecieran; pero, por ser justo, les predestinó una pena eterna. Y por eso decimos que sólo hay una predestinación de Dios, que pertenece o al don de la gracia o a la retribución de la justicia.


En el Concilio de Valencia (855 D.C.) se ahondó un poco más al considerar más aspectos del problema de los réprobos y se habló así:
Confiadamente confesamos la predestinación de los elegidos para la vida, y la predestinación de los impíos para la muerte; sin embargo, en la elección de los que han de salvarse, la misericordia de Dios precede al buen merecimiento; en la condenación, empero, de los que han de perecer, el merecimiento malo precede al justo juicio de Dios. “Mas por la predestinación, Dios sólo estableció lo que Él mismo había de hacer o por gratuita misericordia o por justo juicio”, según la Escritura que dice: El que hizo cuanto había de ser [Is. 45, 11; LXX]; en los malos, empero, supo de antemano su malicia, porque de ellos viene, pero no la predestinó, porque no viene de Él[...]

Sobre esta inmovilidad de la presciencia de la predestinación de Dios, por la que en Él lo futuro ya es un hecho, también se entiende bien lo que se dice en el Eclesiastés: Conocí que todas las obras que hizo Dios perseveran para siempre. No podemos añadir ni quitar a lo que hizo Dios para ser temido [Eccl. 3, 14]. Pero que hayan sido algunos predestinados al mal por el poder divino, es decir, como si no pudieran ser otra cosa, no sólo no lo creemos, sino que si hay algunos que quieran creer tamaño mal, contra ellos, como el Sínodo de Orange, decimos anatema con toda detestación.

Lo que vemos claro aquí es que cuando el hombre empieza a especular y a hacerse preguntas sobre la predestinación tratando de descubrir qué se ha preparado para los rebeldes al Evangelio La Iglesia ha tenido que corregir malas interpretaciones y cerrar el camino especulativo que lleva al error. El camino que se ha cerrado es el de creer que Dios ha hecho con el réprobo lo mismo que ha hecho con el elegido. Ha quedado definido como Doctrina Católica, pues así lo atestigua La Revelación misma, que Dios ha preparado la salvación graciosa de sus elegidos, pero Dios no hizo un esquema paralelo igual a este con el que eligió positivamente a hombres para que se quedaran en su maldad y entonces castigarlos. Lo que La Iglesia ha hecho no es unirse a la especulación sino corregir interpretaciones incorrectas de algunos datos revelados para que no se entienda que Dios ha decidido impedirle voluntariamente a algunos hombres que alcancen la salvación.

Así como es de rotundo e inngegable para todos los creyentes que los que se salvan son salvados en virtud de la predestinación benévola y graciosa de Dios, es igual de innegable que los creyentes nos preguntamos qué ha pasado con los que se condenarán, nos preguntamos si Dios inició un plan en movimiento para ellos y en qué consiste ese plan. La verdad es que para estas preguntas nuestras no hay revelación, la Iglesia siempre se ha negado a especificar qué pensó Dios para con ellos porque no lo sabe. Pero acerca del otro lado debemos entender que cada vez que La Iglesia proclama gracia, cada vez que La Iglesia predica kerygmáticamente, La Iglesia está cantando las alabanzas de la predestinación divina. El esfuerzo que han hecho los mejores hombres hijos de esta Iglesia siempre debe terminar como terminó la Revelación sobre este punto: "¡Oh hombre! Pero ¿quién eres tú para pedir cuentas a Dios? ¡Oh abismo de la riqueza, de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus designios e inescrutables sus caminos!" (Romanos 9, 20; 11, 33) se enfrenta al hombre con su incapacidad para cuestionar el designio divino cuando no se entienda, el hombre, ni siquiera el creyente, tiene derecho a eliminar algún aspecto de la Revelación porque no lo entienda, y luego se reconoce nuestra incapacidad para hacer coincidir en nuestra mente la justicia y la misericordia divinas. Nuestra labor es proclamar kerygmáticamente la salvación graciosa y el juicio de Dios es eso, juicio de Dios, no nuestro.

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