Confesiones Evangélicas
Empezó una Semana Santa más y este tiempo es propicio para hacer confesiones, mirar allí dentro en nuestra alma, sacar al exterior esos hábitos ocultos que cargamos, de esos de los que no hablamos con nadie y ahora decidimos mostrárselos al mundo y encararlos delante de Nuestro Señor, voy a empezar con uno de mis hábitos ocultos que más me avergüenzan: ¡me encanta escuchar a Joel Osteen! : P
No, es en serio. Una ventaja que me otorga ser católico es que yo no tengo que hacer partido con ningún bando entre las disputas de mis hermanos que se amparan bajo la bandera Protestante. Cada vez que veo como en la blogosfera toman a Osteen como ejemplo de la decadencia de la calidad del Evangelicalismo Americano, se mofan de su estilo y le critican, las críticas, por más concienzudas, bíblicas y teológicas que sean me dejan indiferente. Es que no hay opciones para mí con estas críticas, no es que yo vaya a terminar prestándole mi atención y apoyo al otro bando que las hace, ¿usted me entiende? ¡Yo soy católico! ¡Lo mismo me da cualquiera de los dos polos! Yo, lo más Paulino que se pueda: "examínolo todo y..."
Después de haber escuchado tanta homilía aburrida, después de los mamotretos que una ha escuchado en cada púlpito sobre "la opción preferencial por los pobres" (que por cierto me sorprende que estos que dan estos discursos no se terminen de enterar que nuestros pobres han optado por el pastor protestante), después de tanta sustanciosa catequesis que me estresó y me cansó hasta el límite, escuchar a Osteen es una bendición del cielo. La verdad es que lo que tengo que confesar es que yo creo que Jesús cuando predicaba se parecía más a Osteen que a los que lo critican. Es en serio, no bromeo.
Es más, le creo a Osteen. Más todavía, tengo la certeza de que si me invitaran a predicar a Lakewood Church ya podría predicar como él ¡Jajaja! Que no bromeo, es en serio. Ya tengo hasta varios testimonios para contar, uno calientito incluso. Anoche escuchaba su podcast #418, "God works all things out for you", y no bien había Osteen terminado de contar el testimonio de esta joven a la que Dios le abrió las puertas para casarse (cuando sentada en un aeropuerto, llorando la muerte de su padre, se encontró con Kevin Costner y poco a poco se fueron dando las situaciones hasta que en la filmación de una película de Costner, a la que el actor la invitó, conoció allí a su futuro esposo) para probar que Dios siempre nos cuida, que siempre tiene gente y situaciones a nuestro alrededor para ayudarnos cuando me encuentro en la estación de combustible con una pareja de turistas completamente perdidos y sin nadie que hable su propia lengua. No quise intervenir hasta que les ví la cara de desesperación, me acerqué y la primera reacción de la joven cuando escuchó a alguien hablar en su idioma fue, abriendo los ojos al máximo, gritar en su lengua natal: "¡Oh Dios mio! ¡Gracias!". En ese momento supe que yo era su "conexión divina" (Copyright Joel Osteen), luego de darles instrucciones de cómo salir de allí y añadirle un par de consejos me dí cuenta que no llegarían allí ni con el mapa, así que me ofrecí a dirigirles... no se lo creían. Salí completamente de mi ruta, en dirección contraria, me siguieron y terminé, bien lejos, dejándoles en el hotel.
Tengo que confesar que de no estar "infectado" por esta mentalidad de este hombre, a quien definen como una vergüenza para el Evangelio, yo no hubiese estado a la altura del momento. Estar escuchando eso, en ese preciso momento, era para mí una prueba feaciente de que Osteen también predica el Evangelio. No es que crea que un reloj dañado está en lo correcto al menos dos veces al día, es que creo que nuestras disputas y nuestras elucubraciones han ahogado el Evangelio y Osteen le trae brisas de frescura a la Iglesia de Dios.
Es que no me interesa que alguien piense que si usted le da un examen de teología, o siquiera uno de lectura bíblica comprensiva a Osteen, él reprobará. Es que creo que lo que este hombre está diciendo necesita ser escuchado, y qué bueno que él sigue hablando.
<< Home