miércoles, abril 01, 2009

von Balthasar: Predestinación en Karl Barth

La fuente y el inicio de toda elección, detrás y por encima de la cuál no hay una anterior ni superior, y próxima a la cual no hay ninguna otra, es la sóla elección de Jesucristo. En él Dios se escoge a sí mismo, pero en la forma de una criatura. En él, el Mediador y Redentor gracioso, es fundada toda la creación "desde antes de la fundación del mundo". Él sólo es objeto primario de la elección del Padre. Es en él que la famila del hombre es convocada a la elección. Y el individuo es convocado a su propia relación privada y personal con Dios sólo como parte de esta familia. Esta elección primaria de Cristo es el fundamento de toda la épica de la providencia divina, de manera que la doctrina de la providencia debe ser considerada incondicionalmente como parte de una más comprensiva doctrina de la elección, pero nunca al revés.

La falla en la mayoría de las doctrinas previas de la elección fue el fracaso de no contextualizar la elección como parte de la relación de Dios con Cristo. Las teorías previas mal-construyeron la base cristológica que tan claramente se atestigua en la Biblia. En su lugar, ellas consideraron la eleción como un evento puramente individual entre un Dios abstracto (y por lo tanto terrorífico) absoluto y una criatura aislada vista atomísticamente. Pero es el Hijo de Dios quien es el objeto de la elección Divina desde toda la eternidad. Él es quien ha sido elegido y escogido para guíar el mundo todavía no creado de vuelta hacia Dios. Él se levantará en su lugar y abogará por su causa, tomará su culpa en sus hombros, expiará por su culpa en el lugar de todos esos que se convertirán en pecadores; y así se convertirá en este sentido en el objeto de la "reprobación" y rechazo divinos.

Y él, quien se ofrece a sí mismo al Padre, es él mismo Dios y por lo tanto sujeto de la elección. Porque él es quien se ofreció a tomar nuestro lugar y ser rechazado en nuestro lugar, quien se ofreció a "hacerse pecado" en nuestro beneficio. Este es más que demasiado ejemplo de amor y predestinación graciosa como la voluntad del Padre: "Esta persona, Jesús Cristo, estaba con Dios en el principio. Y eso es justamente lo que significa predestinación". En este principio todo es claridad, amor y gracia. En Dios no hay sombra de oscuridad. Y porque eso es así, el evangelio es entera y completamente un mensaje de noticias alegres, de gran gozo. Si hubiese habido alguna sombra de crepúsculo, una pizca de indecisión, duda o reserva al principio, entonces el evangelio también sólo podría traer buenas noticias parciales, gracia parcial y redención parcial.

Pero lo que ha pasado es que la teología y la predicación muy a menudo no han percibido esto. Porque cada vez que nuestra predicación y nuestra teología insinúa una oscuridad parcial, un crepúsculo de ambigüedad en esa luz plena de Dios, cada vez que le imputa al consejo de Dios un secreto primario irrevelado que le pone un límite a nuestro amor, a nuestra fe, a nuestra esperanza dejándolas que tiemblen en los terrores de una oscuridad impenetrable, entonces nuestra predicación nos ha fallado y nuestra teología no se ha sintonizado a sí misma con las auténticas realidades Cristianas. (Hans Urs von Balthasar, The Theology Of Karl Barth, pag. 175-176. Traducido por mí sin permisos del autor.)

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