martes, abril 07, 2009

Un Arte Perdido

"Yo, por mi parte, dispongo un Reino para vosotros, como mi Padre lo dispuso para mí, para que comáis y bebáis a mi mesa en mi Reino y os sentéis sobre tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. «¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha solicitado el poder cribaros como trigo; pero yo he rogado por ti, para que tu fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos.»... Salió y, como de costumbre, fue al monte de los Olivos, y los discípulos le siguieron. Llegado al lugar les dijo: «Pedid que no caigáis en tentación.» Y se apartó de ellos como un tiro de piedra, y puesto de rodillas oraba diciendo: «Padre, si quieres, aparta de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.» Entonces, se le apareció un ángel venido del cielo que le confortaba. Y sumido en agonía, insistía más en su oración. Su sudor se hizo como gotas espesas de sangre que caían en tierra. Levantándose de la oración, vino donde los discípulos y los encontró dormidos por la tristeza; y les dijo: «¿Cómo es que estáis dormidos? Levantaos y orad para que no caigáis en tentación (Lucas 22, 29-33...39-46)

En estos días ha despertado el Señor en mí unas ganas increíbles de orar, de estar con Él. Teresa de Ávila No recuerdo si había orado más seguido y constantemente que ahora en otra época de mi vida, pero sin duda alguna nunca antes había orado con tanto gusto y consuelo como ahora.

Estoy leyendo a Teresa de Ávila y estoy más que enamorado de esta mujer, pero más amor experimento por Su Majestad de quien ella habla. Creo que al fin la estoy entendiendo, quizá tenía que vivir este abandono a la gracia (tema del que está llena cada una de sus páginas) para entenderla pues sólo ahora me ha tocado vivir esto.

Al leer a Teresa hablar de que traer a la memoria la escena en la que Jesús marchó al Huerto de Los Olivos puede ser de ayuda para meterse en oración, deseché el consejo por la misma razón que ella expone: algunos somos de flaca contextura internamente y pensar en dolores y sufrimientos no es cosa que podamos o queramos hacer todos los días. Pero esta mañana me sorprendieron estos versos de Lucas cuando buscaba razones por las qué orar, tratando de encontrar por qué y para qué nos mandaba el Señor a orar, fue aquí donde encontré respuestas. Providencialmente, en el mismo lugar a donde no quería ir.

A medida que se me ha he ido metiendo esta certeza de saber que Dios es Bueno y que lo que Él tiene para mí son pensamientos de paz, he tenido que re-construir todas las razones por las que yo pensaba que debía obedecerle. No quiero ahondar en esto, pero puntualmente se trata de cambiar de una vida-de-siervo-cristiano guiada por el temor a vivir una vida de hijo, así sin etiquetas, sin mapas, sin listas ni requisitos qué cumplir, sino sencillamente vivir impulsado por el amor, por el Espíritu de la libertad. Todo lo que signifique obediencia, dedicación, diligencia, constancia, etc. ahora se me ha ido reconstruyendo en base a este Amor que experimento con novedad diariamente.

En esta "re-ingeniería" trataba de explicarme ¿por qué el Señor me manda a orar si lo que Jesús me ha enseñado es que Abba sabe lo que necesito antes de pedírselo? ¿qué sentido tiene ir a pedirle cosas y a hablarle de mis necesidades si Jesús me ha enseñado que son los que no le conocen quienes creen que por su mucho-hablar serán atendidos? ¿Pa' qué tengo que orar si debo abandonarme a la Providencia divina tal como lo hacen las aves, que ya no solo no siembran, ni recogen, ni tienen graneros sino que tampoco oran? Y estoy hablando de la oración de petición, para experimentar este gozo que siento cuando estoy con Él nadie tiene que mandarme a orar. Pero ya que estamos ahí juntos ¿Pa' qué pedir? ¿Por qué?

Me deja perplejo que este pasaje empieza con una proclamación de que Dios ha dispuesto que los discípulos tengamos un lugar en el Reino de los Cielos, pero inmediatamente Jesús le dice a un discípulo que si no fuese porque Él ha orado para que el discípulo permanezca en pie éste terminaría machacado y destrozado como en un trigal. A ver, Dios Trino tiene un plan dispuesto para los suyos y ¿aun así Jesús ora para que este plan se cumpla? Desconcertante. La proclamación es certera de que este discípulo va a volver, Jesús ya sabe que el Padre escuchará su oración, el discípulo va a salir vencedor de la tentación, lo sabía antes de orar, así como sabe que el discípulo será tentado antes de serlo, pero aun así... ora. Hmmm. Aparentemente el plan inicial de Dios para mí incluye que Jesús ore para que se cumpla. ¿Y que yo ore también?

Hay un indicio claro de esto cuando Jesús nos motiva a pedir que no caigamos en tentación. Esto es también confuso, en el esquema anterior que yo seguía, el caer o no ante la tentación era algo que dependía de mí, por eso yo era culpable, Dios evaluaría mi desempeño ante la vida, de eso se trataba el cristianismo. Sin embargo Jesús nos pone de cara ante nuestra debilidad, nos dice claramente que "no caer en la tentación" es algo para lo que no somos suficientes, necesitamos de Dios, su ayuda es imprescindible para no caer. Esto me parece hermoso. Mi única responsabilidad es orar, por lo que seré juzgado es por no haber pedido ayuda, por no haber querido ser ayudado. Eso es Evangelio. La responsabilidad/culpabilidad no es tema que me interese mucho aquí. Pero todavía me queda la pregunta ¿por qué orar? Si Jesús no quiere que el discípulo termine cribado, y por eso oró, ¿por qué tengo que seguir orando yo? y la verdad todavía tengo dudas sobre el "¿Para qué?".

Me asombra más que Jesús tenga que orar para que el plan de Dios se cumpla en su vida. ¡Por Jesucristo! ¡Él es Dios! ¿Cómo es que ora para que se cumpla su propio plan en su propia vida? A ver, este misterio es uno de esos que nunca voy a entender; quizá los que salen con la "explicación" de que "bueno, es que Él también era humano" deberían pensar un poquito más en el Nestorianismo y en Calcedonia. Pero vamos, no voy a dejar que la teología me estropeé esta reflexión también. Pero si Jesús ora para que su plan se cumpla en su vida es una demostración o prueba contundente de que el Plan de Dios incluye nuestra oración. No voy a hacer malabares con las alternativas, me basta saber que Dios quiere que ore y que Jesús me enseñó que para que se cumpla el plan divino en su propia vida Él oró, pues yo oraré por esta razón sin necesidad de más.

Una criatura angelical viene a consolar a Jesús... bello, bello, ¡bello! El Dios de las Huestedes Celestiales, Yahveh Sebaot, comanda sus ángeles para que consuelen al que ora. ¡Cero y van dos! Una razón extra.

Sin embargo Jesús seguía sumido en angustia luego, después, de que el ángel le consoló. Hmmm, interesante, estas promesas desbocadas de que uno ora y ¡zas! todo pasa, no se cumplía ni siquiera en la oración poderosa de Jesús, ni siquiera con visitas angelicales. Por el otro lado, Jesús insistía más en su oración. Aquí hay un llamado claro a la constancia. La palabra insistencia me dice mucho, me deja muchas preguntas ¿Si la visita angelical era consolarle? ¿por qué sigue angustiado? ¿No sirven de nada los ángeles? ¿Qué clase de consuelo es este? Jesús me enseñó que aunque la angustia no desaparezca debo insistir. No se mide la eficacia de la oración por la ausencia de angustia, la oración es intrínsecamente eficaz. Lo que la oración logrará es que el plan de Dios se cumpla y algunas veces el plan de Dios en mi vida convivirá con la angustia. Terrible conclusión, pero ahí está. La angustia puede volver, pero mi oración no debe cesar, al contrario, insistiré más en ella.

El contraste está claro, mientras los discípulos duermen porque la tristeza los agobia, la tristeza de Jesús no le impedía orar. La conclusión es espeluznante: en Jesús termina cumpliéndose el plan de Dios porque la angustia no le impidió orar para pedir, y en el discípulo prefirió dormir y no pedir ante la misma angustia. No creo que forzo el texto si pienso que cuando Jesús dejó de orar ya la angustia había desaparecido, pues el texto dice que mientras estaba angustiado insistía más en la oración. De seguro no desaparecieron todos los síntomas somáticos, pero la idea es clara, se ora cuando todo se siente feo y es sólo la oración constante la que nos hará pasar el momento (con todo y lo feo incluído) hasta que el plan de Dios se cumpla.

Varias veces en las Escrituras Dios dice que él no se complace en el castigo del malo sino que quiere su conversión, sin embargo Jesús aquí dice que la manera en la que el malo sigue en su maldad depende de que él pida o no pida caer en tentación. Escalofriante. Esto ya no es un indicio, es una declaración de que los pensamientos de paz que Dios tiene para mí requieren de mi oración constante, que convive con la angustia e insistentemente y recibiendo consuelos esporádicos, pide lo que se le ha prometido.

Dios planea.
Dios promete.
Jesús intercede.
Yo oro.
Soy consolado.
Insisto entre vicisitudes.
Permanezco firme.
Recibo la promesa.

Bueno, cartón lleno. Sigo orando. "Señor dame lo que pides y pídeme lo que quieras" (Copyright, Agustín de Hipona, vía Teresa de Ávila)

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